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MIrate el ombligo

EL OMBLIGO DE FREUD

por William Wallace

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RADIO Q

 


Ratas, ratones y rateros, fue parte de la nueva ola del cine de Ecuador que en su momento se produjo a finales de los 90. La ola fue de 2 metros y no llego a la costa… Con una banda de sonido que toma los iconos del rock ecuatoriano de la época, (De los cuales pocos o ninguno trascendieron, sólo en el recuerdo romántico de lo que pudo haber sido de muchos treintañeros) actuaciones amateurs, y una edición correcta, logra una película que debería ser aprobada como tesis final, pero no como producto comercial. Como muchos representantes “del nuevo cine” a fines de los 90 en latinoamérica, cayo en el lugar común: La clase baja, (En realidad, media baja, depende de si viste la película desde una tele de 21 pulgadas o en una de 29 pulgadas) Caer en el lugar común no sería problema si por lo menos el director hubiera tenido la gracia de contestarnos una sola pregunta: ¿De dónde salen todos estos personajes? Que llevaría a otra pregunta, ¿qué los motiva? No hay nada, absolutamente nada en la película, que conteste ninguna de estas preguntas. Si les digo que estas cuestiones las enseñan en las escuelas de cine como principio básico de escritura de un guión literario, uno podría preguntarse por las credenciales de Sebastián Cordero.   

Pero vayamos a la película. Su protagonista, Ángel. Un vórtice de mierda, un agujero negro que succiona toda vida a su paso. Un flor de garca que sonríe mientras te garca. Ratero. Salvador, su primo, un adolescente impresionable ante la figura de Ángel. Un pendejo. Expulsado del liceo militar, con un padre de la escuela de la mano dura (Pero más que común en las familias latinoamericanas), una abuela postrada, su amigo el Marlon, que circunstancialmente es músico, y su amigovia la Mayra. Por algún motivo, estos tres mosqueteros la van de rateritos (Que es la ultima palabra que le faltaría al titulo de está película. Rateritos) ¿Por qué la van de rateritos?, vaya a saber uno. No hay marginalidad en estos tres chanchitos, pero les gusta jugar con fuego, robar autos, apuntar con armas que encuentran en los autos que atracan, (Por lo visto los autos vienen con armas, por lo menos los que compran los burgueses en Ecuador) quitar llantas y vendérselas al mismo que se la robaron. Así van por la vida, y la película, sin contexto. Pero esta claro que Ángel está varios pisos arriba en el escalafón de la delincuencia, que estos niños que juegan a ser buenos muchachos. Para Ángel es un estilo de vida, una necesidad, como el aire que respira, no puede parar, porque si para, se muere. Ángel juega en la selección mientras estos pibes hacen bolitas con los mocos. Pero el espectador puede hacerse la pregunta antes mencionada ¿de dónde salen estos personajes? Y es la respuesta que Cordero no da. En cualquier obra donde se toma una clase social como paradigma de comportamiento, se tiene que poner en contexto, ejemplos: Trainspotting, American Psycho, Ciudad de Dios, o la resiente Elefante Blanco, del Argentino Trapero. ¿O tengo que pensar que los jóvenes ecuatorianos, de clase media (baja) de Quito en particular, a fines de los noventa, además de estudiar, o abandonar los estudios, tener una banda, enamorarse, garchar por primera vez, en la lista también figuraban la delincuencia sin necesidad? Y digo necesidad, porque de donde yo vengo los jóvenes que hacen lo que hacen estos devenidos a rateros, lo hacen porque el sistema los dejo de lado, son fantasmas, los Morlocks que los burgueses temen, porque ellos los crearon. El sistema: Político, social, cultural, hasta de represión, brilla por su ausencia. No hay nada en la película que explique esa necesidad. No digo que el Seba haga un documental que explique el contexto socio/político/cultural, pero sí unos pocos segundos de contexto. ¿Y Ángel?, al final del día es su película, y el director cuenta su historia. Y lo logra, sólo que a mí como espectador no me alcanzo. Ángel es producto de algo, y ese algo sería una película que valdría la pena hacer y ver. De donde yo vengo eso se llama no hacerse cargo. Quizás poner temas icónicos del Rock Under ecuatoriano, le alcanzo para marcar a una generación, que al igual que Salvador, fue muy impresionable.


 

Ratatouille!

RADIO Q

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